Por fin tengo unos días para salir de la rutina y dedicar un poco de tiempo a lo que más me gusta. Lo primero, una escapada para pasear por La Rioja y sus alrededores, y de paso aprovechar para mejorar y decorar mi hogar. Es una suerte que justo estos días contemos con la celebración de la XXIV Feria del Mueble en la ciudad de Nájera. Una de las mejores ferias del sector en el norte de España y, que además coincide con las fiestas de Semana Santa.
Qué gran oportunidad para visitar La Rioja y de paso conocer las últimas tendencias en decoración y estilo de unos muebles artesanales únicos y muy, muy personales. Ya es hora de romper con esa decoración monotemática y globalizada que nos imponen las grandes firmas internacionales. Hay que apostar por una conciencia sostenible y tomar decisiones responsables también a la hora de personalizar nuestro hogar. Conocer y por supuesto, disfrutar de las creaciones únicas trabajadas y diseñadas en La Rioja.
Lo cierto es que la tradición del mueble en esta ciudad riojana viene desde hace muchos años. Las orillas del Najerilla y sus alrededores, poblados de chopos, nogales y hayas fueron los que dirigieron en un primer momento el futuro y el desarrollo de esta industria local. Ni más ni menos que desde el año 1934 llevan trabajando la madera nuestros queridos najeranos… Su auge comenzó sobre todo a partir de los años 60 y la fama de sus muebles y calidad, se fue expandiendo poco a poco, por toda la península y el extranjero. La madera que utilizaban al principio provenía de los mismos aserraderos que existían ya en Nájera. A partir de esa década, la demanda creció y otros aserraderos de pueblos cercanos como Baños de Río Tobía, Badarán, Matute, etc, fueron los que también suministraron materia prima a la ya reconocida ciudad del mueble.
Al principio, los vecinos trabajaban la madera en sus casas o en el portal y, en la calle montaban las piezas de gran tamaño. Así aparecieron los primeros talleres que fueron creciendo con los años y a la vez especializándose en diferentes oficios: lacadores, barnizadores, tallistas…hasta convertirse en el motor económico de la ciudad y alrededores.
Muchos de esos pequeños talleres familiares que comenzaron en los bajos de las casas con apenas cuatro herramientas y mucho empeño, son hoy las empresas que continúan la tradición generacional de la madera de Nájera. Es hora de reconocer, más si cabe, su prestigio y de la calidad de sus propuestas en decoración, artículos y mobiliario.